DE CASA AL TELETRABAJO Y DEL TELETRABAJO A CASA

 DE CASA AL TELETRABAJO Y DEL TELETRABAJO A CASA


Más allá del juego de palabras que intenta este título, algo que por cierto en este blog de pesimistas intentaremos hacer a menudo puesto que si algo nos sobra es sentido del humor, y mucho más en la tragedia...

Decía, al margen del juego de palabras que remite a un viejo principio "de casa al trabajo y del trabajo a casa", el punto es remarcar y volver a poner en valor el rol esencial del trabajo como ordenador social.

Trabajo en todo sentido de la expresión. No sólo la percepción de un salario a cambio de una prestación. No como aquella concepción alienante del trabajo que tenía Marx, y que tiene tanta actualidad por cierto.

No. La idea de trabajo como organizador de la sociedad y también, lógicamente, de las personas dentro de ella.

Trabajo como algo gratificante, formador, algo que el ser humano sienta provecho o placer en realizar.

Cuando éste pesimista era chico, y de eso han pasado ya cuatro décadas, la vida parecía tener un sentido, un nexo, un hilo conductor.

Se iba a la escuela, se hacía la tarea, se tenía buenas notas, se era buen alumno, se estudiaba en la secundaria, luego la facultad, una carrera, un trabajo, porvenir, rumbo, crecimiento, proyecto, plan, vida, casa, hijos ( o no jaja) trabajo de nuevo, más trabajo....y muerte, pongamosle. No puede faltar esto último ja.

Quiero decir. Las cosas parecían tener una lógica y si uno se ajustaba al plan más o menos el mismo debía funcionar.

Todo giraba en torno a tener "un buen trabajo". En estudiar para "ser alguien".

Un buen trabajo no solamente nos gratificaba la diaria sino que además nos permitía proyectar un futuro y tener planes.

Y uno, como buen y obstinado pesimista, se pregunta ¿ qué habrá sido de todo aquello ?

Hoy no parece haber hoja de ruta ni manual que a nadie le asegure nada.

Todo es inmediatez.

Todo es efímero como supo decir el Indio Carlos Solari.

En medio de tanta bruma considero que algo  es seguro y por cierto lo he visto escrito en las paredes de mi barrio por estos días: Volver a las bases, Volver a lo esencial.

Me gusta esa idea.

Primero porque volver es algo que amamos los/as argentinos/as.

Tenemos un tango que habla de volver, exclusivamente.

Los argentinos vivimos para volver.

Perón vuelve, Diego vuelve, Messi vuelve, la gente vuelve a la Plaza  de Mayo, todo vuelve.

Me atrae la idea de regresar a algo.

A algo que tenga sentido. 

Un laburo que permita proyectar a las clases medias e incorporar a los sectores más postergados a una dinámica de vida que implique algo diferente a depender de una asistencia estatal por toda su existencia.

Eso no es digno. Ese no es el país que quisimos, ni es el país que el peronismo planificó, ni la Argentina grande con la que San Martín soñó.

Salir de este estado desazón emocional es vital.

Vuelvo a leer el paredón del barrio: volver a las bases, volver a lo esencial.

Me gusta por ahí.

Ojalá el mundo, a esta altura, nos permita intentarlo.

Ojalá nosotros mismos nos lo permitamos también.

Ojalá yo, que soy tan pesimista, me permitiese incluso, ponerlo en práctica.

  




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