LAS CUATRO FRASES DEL MUNDO

 

LAS CUATRO FRASES DEL MUNDO


En una remota y perdida región de la China, existe una biblioteca monumental y subterránea.

Algunos geólogos sospechan que la misma abarca todo el subsuelo terrestre.

En la biblioteca vive un sabio inmortal cuya misión es, desde el inicio de los tiempos, leer todos los libros del lugar.

Los ejemplares se cuentan por cientos de miles de millones y millones.

Se trata de volúmenes inmensos, pesados, descomunales, cuyas letras son pequeñas como hormigas diminutas. Sus hojas finísimas y largas, se cuentan de a miles por cada ejemplar. Sus portadas son duras como rocas y cubiertas de polvo y sedimento de todas las eras geológicas.

El sabio lee de modo permanente y sin descanso alguno. Y aún así, se cree que no ha logrado aún leer ni la quinta parte de la biblioteca.

Lo que también se sabe, es que perdidas en algunos de esos eternos volúmenes, existen cuatro frases destinadas a marcar la historia humana.

El sabio lector no las conoce. Pero si por azar, por hastío, o por efecto del caos, se cruza en su lectura con alguna de ellas, un presagio relacionado a la frase leída se cumple de modo profético sobre la faz de la Tierra.

Se cree que una de las frases dice algo parecido a una peste que asolará a la humanidad. Desde luego que esa frase, como todos bien sabemos, el sabio ya la debe haber leído puesto que la peste, la calamidad, ya la hemos padecido.

La segunda frase, dicen, está relacionada con la cura de esa peste. En el preciso instante en que el sabio dé, siempre azarosamente, con la lectura de esa frase, la humanidad hallará la vacuna contra la peste.

Es conocido, el mundo ha logrado ya encontrar esta cura, incluso en reiteradas oportunidades. Por ende, se deduce que el sabio ya ha leído también esta frase.

Restan  todavía dos frases más. Se sabe que  una de las frases dice que la Tierra estará poblada por personas generosas, amables, completas y felices.

La otra (se sospecha)  dice que la Tierra estará para siempre habitada, pero por seres confusos, distantes, indiferentes, aturdidos  y condenados a la más cruel soledad y al eterno silencio.

Nadie se anima a afirmar si el sabio ya ha leído algunas de estas dos últimas frases, ni en qué orden.  Existe un acalorado debate al respecto. 

Incluso la gente pesimista que no cree ya en nada, afirma que el sabio nunca ha sabido leer. 

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