¿POR QUÉ PESIMISTA? BUENO...

DIGAMOS QUE...

PRIMERO HAY QUE SABER SUFRIR 



Como dice un tango tan conocido. 
Primero hay que haber creído mucho y haber sentido una gran pasión por algo, para luego caer en un pesimismo profundo, sincero, casi cínico.
Un pesimista es un romántico que lo creyó todo y que se quedó casi sin nada al final del cuento (¿vida?)
Volvemos a vivir, una vez más, una época donde los sueños escasean y en la cual todo aquello que nos apasionó alguna vez parece estar vetusto, rancio, ajado, fuera ya de todo tiempo y de todo sentido.
Cualquier consigna sabe a vidrio roto. A discurso trillado, repetido. Todo ya ha sido dicho y rebatido.
Nada ni nadie parece poder interpelar masivamente a la sociedad. ¿A la "gente"?
Como única excepción a esto puede y debe destacarse el desempeño de la "Scaloneta" en el último mundial.
Un grupo unido, sufrido, solidario, humilde y "emperrado" en traer la "tercera" a como dé lugar y en medio de un contexto con tono dramático por momentos.
Un conjunto de atrevidos en celeste y blanco corriendo con el corazón en la mano para intentar "darnos una alegría" y recordarnos que la puta si vale la pena ser argentino, vivir en este mundo, y en esta vida.
¿Lo vale?
Pese a todo el pesimismo que brotará en los escritos de este blog, muchos en color albiceleste también, en el fondo creemos que si lo vale. 
Todo pesimista conserva en alguna parte de su ser algo del optimismo que le dió vida alguna vez.
Todo lo que se suba a este blog, a saber; cuentos, versos, relatos, pensamientos, anécdotas, narraciones varias o lo que fuere, todo estará atravesado por ese tinte. Por esa pregunta.
Cada escrito no será más que un intento desesperado de comunicación, de interpelación, acaso una de las pocas oportunidades de buscar alguna emoción. 
Porque los seres humanos somos emociones.
Y los argentinos/as ( que somos una clase muy pero muy particular de seres humanos)  aún más.
Nada hay en este pueblo que no sea emoción.
Las 5 millones de personas que salieron a la calle a recibir a Messi y a los suyos dan prueba fehaciente de esto.
Necesitamos volver a emocionarnos con algo.
A conmovernos.
Veremos si somos capaces de volver a hacerlo.
Pero primero...
Primero hay que saber sufrir.
 

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